–
Madre de la Iglesia, lunes siguiente a Pentecostés
Hoy la Iglesia celebra la preciosa memoria de la Santísima Virgen María Madre de la Iglesia, instituída en 2018 por el Papa Francisco.
Esta memoria nos recuerda que la maternidad divina de María se extiende, por voluntad del mismo Hijo de Dios, a toda la Iglesia, y en ella a toda la humanidad.
Durante toda su vida María se asoció plenamente a la obra redentora del Salvador. En la Anunciación permite al Señor entrar en la historia para realizar la salvación de los hombres. En el momento cumbre de la Redención, permanece íntimamente unida al Sacrificio Redentor del Hijo de Dios, nuestro Salvador, y con sus dolores al pie de la cruz participa en la entrega del Hijo y en nuestra redención: “Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre» (Jn 19, 25).
En el momento en el que el Hijo de Dios está dando a luz a la nueva Creación, con su palabra creadora, crea la maternidad de María sobre toda la humanidad: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19, 26). A continuación crea la filiación respecto a ella de todos los redimidos: «Hijo, ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 27). A la entrega de este don, el discípulo amado responde con una inmediata acogida: «Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa» (Jn 19, 27).
Desde entonces, por voluntad divina, María cuida de cada discípulo de Cristo y de cada hombre. También desde entonces, nuestro Señor pide a cada discípulo suyo que se vincule e ella por una auténtica relación filial, recibiéndola, como lo hizo el apóstol San Juan, como madre.
Tras la resurrección del Señor, María permaneció íntimamente unida al grupo de los discípulos de Cristo, como miembro singular y eminente de él. Ella era la Madre de la Comunidad.
Como corazón de la Comunidad, María permaneció unida a ella en oración, en la espera de la venida del Espíritu Santo.
Desde entonces, María ha ocupado siempre en el corazón de los discípulos de Cristo un lugar eminente.
Ella es contemplada por nosotros como verdadera Madre y a ella recurrimos filialmente como verdaderos hijos.
Os invitamos en este día a renovar vuestra consagración a la Virgen, a encomendar a ella especialmente al Papa y a nuestros Pastores, y a implorar su intercesión por la unidad de la Iglesia.
En esta fiesta, y como epílogo del mes de mayo que acabamos de concluir, os ofrecemos esta preciosa oración que el pequeño Van dirigió a nuestra Madre del Cielo, justo antes de abrazar la vida religiosa. En ella expresa toda su confianza filial y su abandono total en ella.
Estamos convencidos de que será para todos un precioso modelo de entrega filial a nuestra Madre y de abandono total en ella.
Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
¡Feliz día de María, Madre de la Iglesia!