Apóstol del Tercer Milenio

“Memoria viva del Redentor”, apóstol de los niños, de los jóvenes, de los pobres, de los que más sufren, de los sacerdotes, de los consagrados y de las familias

«Van se nos manifiesta como el apóstol de los jóvenes y de los niños, de los más desgraciados. Como “apóstol oculto del amor”, es de manera especial el apóstol de los sacerdotes y consagrados; también desempeña un papel importante en las familias. Como Redentorista, es “memoria viva del Redentor” y se une al proyecto de Juan Pablo II cuya enseñanza se centra toda  en el misterio de la Redención.

Como “hermanito” de Teresita, pone en práctica el “Pequeño camino” que hace asequible para todos. Como “hijo cabal del Vietnam”, según lo define Monseñor Nguyen Van Thian […], Van abre un inmenso camino de esperanza para Asia, que será en este tercer milenio “el centro del mundo”. Van es un gran testigo de la Iglesia universal para nuestros tiempos; en la época de la globalización, responde a incontables llamadas.

¿No será éste el misterio de la Comunión de los Santos?»

Anne de Blaý,
Presidenta de Les Amis de Van (Francia)

                             


Llamado a engendrar «un gran número de almas»

Van está llamado en este inicio del Tercer Milenio a engendrar a «un gran número de almas». Ha sido escogido por el Señor como recuerda el Cardenal Schömborn en el prefacio que ha escrito para los Coloquios, para ser «madre de las almas», y realizar así su vocación de maternidad espiritual en la Iglesia y en el mundo:

«Ser “esposa” de Cristo y “madre de las almas” […]. Desde el principio de los Coloquios estos términos indican la doble vocación del hermanito: “Pequeñísima esposa de mi amor, ¿quieres conducir a mi amor un gran número de alamas? No te olvides que será al precio de grandes sufrimientos. Te he escogido para ser la madre de las almas; y, es a fuerza de sufrimientos que las madres consiguen hacer de sus hijos personas de valor” (Col. 5)» .

Marcelo Van, una gran esperanza para nuestro mundo

Hemos de esperar que esta misión de Marcelo Van crezca cada vez más en el mundo, haciendo posible que su mensaje llegue a un número cada vez más grande de almas, para que así, en la escuela de la infancia espiritual de su hermana mayor Santa Teresita, pueda seguir realizando a través de él la misión que Jesús le ha encomendado en este inicio del Tercer Milenio marcado por el sufrimiento.