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Van reza con humildad y confianza
En una carta dirigida a su padre espiritual el padre Antonio Boucher Van escribe:
«Rezo siempre, rezo sin el menor temor, rezo y suplico con toda humildad y confianza, con la certeza que Dios va a escuchar la oración de mi pequeñísima alma» (Cor. 12 de diciembre de 1950).
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Su definición personal de la oración
Con esta sencilla frase define su manera de orar: una manera sencilla y espontanea, un corazón a corazón directo con Dios sin ninguna forma de suficiencia o orgullo:
«Sin embargo, en el fondo de mi corazón pensaba que el alma podía entrar en intimidad con Dios empleando todos los modos de expresarle su amor; que podía hablar con Él utilizando palabras sencillas, según sus necesidades y las circunstancias. Naturalmente, no es inútil recitar oraciones; pero, a veces, es mejor una delicada conversación del alma con Dios, dirigiéndose a Él con palabras que nacen espontáneamente de su corazón» (Aut. 89).
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Su concepción de la oración le hizo muchas veces sufrir por parte de sacerdotes y catequistas
Marcelo Van nos invita con gran sencillez:
«Esta concepción de la oración que yo tenía fue algo verdaderamente lamentable para mí, incluso, más de una vez, causa de tormento. Al final tuve que abandonarla para seguir el consejo de varios confesores y catequistas que afirmaban que era mejor repetir muchas veces oraciones ya formuladas. Respecto a esas cosas que se llaman “diálogos del alma con Dios”, afirmaban que no eran más que divagaciones e imaginaciones inútiles, y que, si alguna vez eso pudiera existir, será únicamente en el cielo. Afirmaban que sólo allí se podrá hablar íntimamente con Dios de esa manera y que aquí en la tierra es necesario recitar muchas oraciones para que Dios nos entienda y para recibir sus gracias. De ahí que en mi relación con Dios perdiera toda la espontaneidad […]. Esta es la razón por la que siempre he sentido que había una laguna en mi manera de amar. Pero aunque lo sabía no me atrevía a admitirlo, de manera que más tarde Dios tuvo que enviarme a una santa para que hiciera resurgir en mí este modelo de oración que había sido obligado a abandonar desde mi infancia. Esta santa es Teresita, de quien tendré ocasión de hablar más tarde» (Aut. 89).
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Expresión de su relación filial con Dios Padre
Van entendió desde pequeño la importancia de establecer una relación íntima, una verdadera relación padre-hijo para estar unido a Dios. Ya el día de su primera comunión le pesa tener que recitar oraciones ya hechas que no le dejan hablar con Dios. A pesar de tener la certeza de que la proximidad con Dios se construye de manera íntima, se ve obligado por las personas que le rodean de ajustarse a las reglas impuestas:
«Al recibir a Jesús fueron colmados todos mis deseos. Sin embargo, pienso que, si se me hubieran dejado expresarle libremente mis intenciones, hubiera sido más feliz todavía. Pero, como a los otros niños, me obligaron a recitar oraciones de acción de gracias hechas de antemano. De ahí que el gozo de una conversación íntima fue interrumpido, y que Jesús presente en nuestra alma no pudo escuchar otra cosa que oraciones que no correspondían con los sentimientos íntimos de cada uno» (Aut. 89).
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Sólo más tarde, santa Teresita le recordará, en el camino “de la infancia espiritual”, la importancia de la sencillez. Camino en el que la mirada de un alma que solo busca a Dios va derecho hacia Él como un niño. Será una gran alegría para Van será volver a tener estos intercambios tan sencillos y profundos:
«Aún hoy pongo en práctica las enseñanzas que mi santa hermana me dio. Durante mi primer noviciado, Teresita me habló mucho, pero todo lo que me dijo se parece a lo que me enseñó en las primeras lecciones que me dio al pie de la colina de Quang-Uyin. Tras haberme enseñado la manera de conversar de forma natural con Dios, me recordaba a menudo que rezara para que los niños aún puros no fueran contaminados por los malos ejemplos; y que también rezara por los pecadores y por los sacerdotes» (Aut. 612).
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Como un niño con su padre
En otro de sus escritos, recogido en el IV volumen de sus Obras Completas titulado Otros Escritos, definirá así la oración:
«Una manera de conversar con Dios, como el niño que habla con su padre, como dos amantes que se dicen dulces palabras, como el amigo que habla íntimamente con su amigo. Es una manera de orar con el pensamiento y la voluntad; y mientras los labios quedan quietos, el corazón piensa, el silencio reina en el alma, las palabras que se forman únicamente en el pensamiento el alma las percibe, Dios las oye. De ahí que toda alma que ame a Dios, no puede estar un solo instante sin que esté unida a Dios y con el pensamiento hable con él» (OEC2, 13-14).
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«Como el niño que habla con su padre«
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Añade que las jaculatorias son:
«1. Respiraciones del alma.
2. Flechas ardientes yendo de nuestro corazón al de Jesús.
3. Medios que contribuyen a nuestra santificación y a la corrección de nuestros defectos».
Y nos da estos consejos para orar:
«1. Estar atentos a las palabras que pronunciamos.
2. Estar atentos también al sentido de las palabras.
3. Estar atento al final que perseguimos y a la intención que damos a nuestra oración» (OEC0, 11).
No olvidemos que a Van le encantaba rezar el rosario solo. Él mismo expresa en una carta a su hermana Lê:
«Su intención no era menospreciar las oraciones que rezamos habitualmente y que no tienen menos valor que las oraciones que vienen de nuestro corazón, pues a menudo, gracias a esas oraciones fervientes, brotan de nuestro corazón palabras íntimas que expresan el ardor de nuestros sentimientos» (Cor. Carta a Lê, 9 de mayo de 1948).
Para Van, la oración debe ser sencilla, profunda y tierna. Él nos recuerda su gran poder:
«Debemos ser asiduos a la oración, pues ella posee una fuerza igual al infinito poder de Dios» (AEC1, 40).
Y se pregunta:
«¿Como podría Dios no dejarse conmover por las oraciones de tu alma pura? ¿Qué podría negarte?» (Cor. a Tê, 1 de julio de 1954).
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Para profundizar:
El alma sacerdotal, Padre Jean-Cristophe Thibaut, Amis de Van Éditions.
Las misiones de Van, Padre Olivier de Roulhac, O.S.B, Amis de Van Éditions.
Las armas de Van en los combates de la vida, Padre Dominique Savio, M.A.J, Amis de Van Éditions.
Van, un vigilante en el amor, Padre Olivier de Roulhac, O.S.B., Amis de Van Éditions.
Con Marcelo Van, redescubrimos la filiación, Padre Jules Mimeault, C.Ss.R., Amis de Van Éditions.
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