Mes de María, 15 de mayo

Viernes, 15 de mayo

Si el pequeño Van eligió vivir como aspirante al sacerdocio fue porque deseaba amar más íntimamente a Dios, participar todos los días en misa y servir en el altar, y formarse para un día poder llegar a ser sacerdote. Aunque era más bajo que el altar, y todavía demasiado débil para llevar el pesado misal, ayudaba en la Santa Misa, porque se sabía las oraciones de memoria y tenía un conocimiento exacto de las rúbricas:

« Lo que me colmaba de gozo en cada misa era poder comulgar justo después de que el sacerdote tomara la santa Sangre. Estaba orgulloso de ese gozo, y bromeando decía a mis maestros: “En esta casa, después del párroco, yo soy el más grande. Todos los días, después de que el cura grande comulgue, soy yo, ‘el pequeño cura’, quien comulga” […]. Yo era el único en la casa que comulgaba todos los días. Por eso, además del párroco, no había nadie más que yo en la santa mesa con Jesús.

Después de haber ayudado a misa por la mañana, mi único trabajo consistía en estudiar el catecismo y otras materias escolares. Iba a clase por la mañana, y por la tarde me quedaba en la casa para aprender las oraciones. Para mí, estas dos materias eran fáciles, y superaba a todos. La hora de estudio que tenía, no sólo me servía para aprender mis lecciones, también me sobraba un poco de tiempo para rezar mi rosario en privado. Por la mañana ofrecía a la Virgen cinco decenas para dar gracias a Jesús por estar presente en mi corazón y por la tarde otras cinco decenas para pedirle que preparara de nuevo mi corazón para recibir a Jesús por la mañana. He aquí un método que me enseñó mi madre desde el día de mi primera comunión. Así mis jornadas pasaban en una dulzura indescriptible. Fuera de Dios, no pensaba en nadie; ni siquiera deseaba volver a mi casa paterna. ¡Oh, qué extraordinario gozo disfrutaba en mi corazón! »

Marcelo Van,
Apóstol escondido del Amor Misericordioso,
(Autobiografía, 131)

Oración a la Virgen

Madre Inmaculada, el gozo de tu pequeño Van era poder recibir la comunión todos los días. Pasaba sus días entre sus clases, el estudio del catecismo y de las otras materias escolares, y sus momentos de oración, sobretodo el rosario, que tanto alegraba su corazón de niño. Así llenaba sus días de una dulzura indescriptible.

También tú en Nazaret viviste con san José una vida sencilla, sin lujos ni pretensiones, custodiando al Hijo de Dios e intercediendo por los hombres. Yo también como vosotros y como Van quiero vivir con sencillez, encontrando mi paz, mi descanso y mi felicidad, en hacer la voluntad del Padre, con una conciencia tranquila, ocupándome de las personas que se me han confiado y de la tarea que he de realizar para ello, llevando en mi corazón la solicitud por todos. La fe y la vida cristiana es la fuente de una vida sencilla, entregada, feliz y plena. Madre, ayúdame a vivir así. Me entrego a ti.

Consagración a la Virgen

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

Jaculatoria

Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas.