Mes de María, 23 de mayo

Sábado 23 de mayo

Las  pruebas y sufrimientos que el pequeño Van tuvo que afrontar le llevaron a considerarse un ser digno de abominación. El demonio hacía nacer en él el pensamiento de que si los hombres ya no lo soportaban, ¿cómo lo iba a hacer Dios? Le asediaba haciéndole pensar que iría al infierno. Durante esa dura prueba Van ponía toda su confianza en su Madre del Cielo. Escuchémosle:

« A pesar de eso, seguía teniendo una firme confianza en la Virgen. Y cada vez que el demonio me hacía ver los terribles castigos que me esperaban en el infierno, recurría a mi Madre María gimiendo: “Oh, Madre, sabes que debo ir al infierno, pero esto es algo que no quiero. Sea lo que sea, si Dios así lo quisiera, aceptaría de buena gana su Santa Voluntad. Sin embargo, sigo creyendo que Dios nunca querría hacerme entrar en ese lugar de tormentos […]. Oh Madre, sea lo que sea, ayúdame a perseverar en la gracia de Dios hasta el final. Ayúdame a cumplir perfectamente el trabajo que Dios quiere que realice en este mundo, o sea, seguir en todo su voluntad. Mi vida, se mire por donde se mire, no es sino un sufrimiento continuo. Sin embargo, si tal es la voluntad de Dios para mí, lo acepto todo de buena gana. Y si algún día, por mi culpa, llego a fallar o a disgustar a Dios, y a merecer así un castigo eterno, te pido también que entonces que me ayudes eternamente a aguantar ese castigo para glorificar la santa voluntad de Dios”.

Pienso que el demonio temía muchísimo esta oración. Entonces, cuando me sentía turbado, no dejaba de repetirvarias veces estas palabras, y la Virgen me respondía siempre con un consuelo sobrenatural cuya fuerza misteriosa es indescriptible. También hice examen de conciencia, seguido de una confesión general ».

Marcelo Van,
Apóstol escondido del Amor Misericordioso
(Autobiografía, 434-436).

Oración a la Virgen

Madre Inmaculada, el pequeño Van tuvo que afrontar la terrible prueba de luchar contra el pensamiento de considerarse digno de condenación. Aunque creía y esperaba en su salvación, el demonio le hacía pensar que no era digno de ella y que iría al infierno. Este pequeño de 11 o 12 años pudo vencer a todo el infierno poniendo toda su confianza en ti.

¡Cuántas veces también yo soy asaltado por pensamientos malos, de impureza, de rencor, de vanidad, de orgullo, de desolación o incluso de desesperación! Yo también, como el pequeño Van, quiero vivir contigo y encontrar en ti la fuerza que necesito para vencer las tentaciones y el poder de las sugestiones del demonio. Quiero descansar en la seguridad del perdón de Dios, que no desprecia jamás un corazón contrito y humillado, que acoge siempre con alegría, como el Padre de la parábola, al hijo pródigo que retorna arrepentido, y que ofrece siempre su perdón a quien con humildad confiesa su culpa y trata de reparar el mal que ha producido.

María Auxiliadora, socórreme en las tentaciones que me asaltan, aplasta la cabeza de la serpiente primordial, y ayúdame a salir victorioso de ellas.

Consagración a la Virgen

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

Jaculatoria

Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas.