Mes de María, 31 de mayo

Domingo 31 de mayo

Algún día después de su sueño, limpiando, el pequeño Van encontró un montón de ejemplares de la revista Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Fue, sin duda, un favor de la Virgen. Gracias a ellas empezó a conocer y a amar una Congregación que reserva un amor especial a la Virgen: los Redentoristas. Su deseo era ser admitido en ella. Van se lo contó a su hermana Santa Teresita. Ella le confirma en su camino, pero le advierte del rechazo y de la oposición que sufrirá antes de entrar:

« ¿Quieres entrar en los Redentoristas? Muy bien, hermanito, ésta es, precisamente, la Congregación a donde la Virgen te quiere llevar […]. Sí, más tarde entrarás en los Redentoristas […]. Sin embargo, querido hermanito, mi pequeñísima alma, encontrarás espinas en tu camino, y el cielo, ahora sereno, se cubrirá de nubes oscuras. Te lo hago saber para que estés dispuesto a aceptar la prueba que precederá a tu ruptura con el mundo antes de entrar en religión, como deseas. La adversidad te espera… Llorarás, perderás la alegría y tendrás la impresión de haberte convertido en un hombre reducido a la desesperación […].  Sin embargo, Van, no tengas miedo. Mientras sufras esta tempestad, Jesús seguirá viviendo en la barca de tu alma y allí, incluso dormido, no dejará de amarte y de ayudarte a luchar contra la tempestad. No te inquietes cuando veas a la sequedad instalarse en tu corazón; ten la certeza de que es una prueba de tu profundo amor por Jesús, ya que por amor a Él soportas este sufrimiento, suspirando ardientemente por su venida […]. Convéncete de esto: aceptar ser despreciado por amor, es la gloria del amor; sufrir por amor, es dar al amor más consistencia, más intimidad. En este mundo el sufrimiento es la prueba de tu amor. El sufrimiento es el que da a tu amor todo su significado y todo su valor. Quédate en paz, hermanito, desecha toda preocupación […]. El mundo quedará estupefacto viendo a la flor que había querido aplastar, llena de brotes, abriéndose en toda su hermosura en las manos de Jesús. No te dejes llevar nunca por el desánimo; no retrocedas nunca ante la dificultad, no tengas miedo al sufrimiento. Un día, conseguirás la gloria, y la gloria más magnífica será alcanzar el objeto de tus deseos. Van, mi pequeñísimo hermanito, te doy un beso, y te deseo un feliz viaje ».

Marcelo Van,
Apóstol escondido del Amor Misericordioso
(Autobiografía, 670-672).

Oración a la Virgen

Madre Inmaculada, el pequeño Van se hallaba muy cerca de comenzar su vocación como redentorista. Pero antes de ello, tenía  que atravesar una prueba más. Obstáculos aparentemente insuperables se opondrían a su sueño de consagrarse a Dios y le invadirán el desánimo, la  tristeza, la sequedad interior y la desolación. Santa Teresita le invita a no desanimarse y a seguir confiando en Dios. Jesús no dejará de vivir en la barca de su alma mientras arrecie la tempestad. Teresita le enseña que el sufrimiento es la prueba de su profundo amor a Él.

Oh Madre, tú también viviste el misterio de la incomprensión, del dolor, de la cruz, unida al Redentor, participando de su soledad y de su dolor ante la indiferencia, la ingratitud o el rechazo de los hombres, cuando muchos empezaron a abandonarle, especialmente en su pasión y en su cruz, cuando todas las promesas de Dios parecían hacerse añicos. Pero tu fe no se quebró ni se derrumbó, permaneció firme, en la esperanza de que el Padre las cumpliría a su tiempo una a una. Madre de nuestra esperanza, que creíste y esperaste contra toda esperanza, ayúdame a esperar en las promesas de Dios, en su victoria en mí y en el mundo, y a aguardar con paciencia en las pruebas y en la tribulación, a la espera de la manifestación gloriosa de tu Hijo.

Consagración a la Virgen

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

Jaculatoria

Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas.