Mes de María, 8 de mayo

Viernes 8 de mayo

El día de su primera comunión, el pequeño Marcelo, sabiendo que Jesús no se resistiría a concederle lo que le pidiera, le hace dos importantes peticiones que marcarán toda su vida. Así lo cuenta él en su Autobiografía, dirigiéndose a su director espiritual:

«  En aquel día, pedí dos gracias a Jesús:

1 Guardarme puro de todo pecado, a fin de amarlo con todo mi corazón.

2. Otorgar una fe sólida y perfecta a todos los hombres.

La primera gracia, Dios la ha realizado literalmente en mí. Usted se dará cuenta más tarde de que, a pesar de todas las aventuras de mi vida, de las suciedades del mundo encontradas sobre el camino, y de los escándalos que habrían podido llevarme a pecados graves, la gracia de Dios no cesó de envolver mi alma y de conservarla en toda su belleza. Obligado a vivir en medio de un mundo impuro, mi corazón quedó siempre orientado hacia Dios, como las flores del heliotropo hacia el sol. Sí, Dios era mi único amor, y la atracción que ejercía sobre mi corazón de niño, tenía ya en ese momento la dulzura que aún conserva hoy.

En lo que respecta a la segunda gracia, sólo en el cielo podré ver con claridad si Dios me la otorgó. Sin embargo, pienso que mi deseo de ver a los hombres creer en Dios amándolo, me estimuló a ofrecer cantidad de sacrificios y oraciones. Y hoy todavía conservo este mismo deseo de entonces ».

(Marcelo Van,
Apóstol escondido del Amor Misericordioso,
(Autobiografía, 91).

Oración a la Virgen

Madre Inmaculada, tu pequeño Van, tras recibir a Jesús el día de su primera comunión,  le hizo dos grandes peticiones: que lo guardara de todo pecado para poder amarlo con todo su corazón y que concediera el don de la fe a todos los hombres. Dos peticiones que revelan la grandeza de su corazón. La primera era para él, la segunda para sus hermanos los hombres. Quiere amar a Jesús y no separarse jamás de Él, ni entristecerle, y que todos los hombres lleguen a descubrir su Amor y a confiar en Él. ¡Con tan sólo seis años ya tiene un alma misionera! Amar a Jesús y que Jesús sea amado por todos es el anhelo profundo de su corazón. Y el Señor cumplió lo que su pequeño amigo le pidió, protegiéndolo del mal que le acechó durante muchos años y sosteniendo en su corazón una voluntad firme de orar y de ofrecer sus sufrimientos y sacrificios por la salvación de los hombres. ¡Tan pequeño y ya estaba profundamente enamorado de Dios! Creo que, además de un corazón extraordinariamente sensible y de la educación excepcional que desde su más tierna infancia recibió de su madre, tú alimentaste ese amor a Jesús en el pequeño Van.

Yo también quiero amar  a Jesús. Madre, ayúdame a conocerlo, a estar disponible para Él, a buscarle en la oración, a escucharle en la Palabra de Dios, a hacer memoria de los misterios de su vida y a familiarizarme con ellos a través del rezo del Rosario, a celebrarle en la liturgia de la Iglesia, a recibirle en la comunión, a adorarle en su Sacramento y en el templo de mi corazón y a servirle con amor en mis hermanos los hombres, especialmente en los pobres y los que sufren.

Consagración a la Virgen

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

Jaculatoria

Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas