Ofrenda al Amor Misericordioso

Deseo de entregarse completamente a Jesús

Desde que hace su primera comunión, Van tiene un deseo creciente de entregarse completamente a Jesús, de ofrecerle su vida, de ahí su deseo de ser sacerdote. No conoce un modo mejor de consagrarse a Él y trabajar para dar a conocer a todos su amor. Este deseo profundo lo sostendrá durante todos los años de preparación a su consagración a Dios en los redentoristas, permitiéndole arrostrar sufrimientos y humillaciones terribles que aunque no comprende, acepta y ofrece a Jesús.

Santa Teresita del Niño Jesús

Santa Teresita le fortalece y le devuelve la alegría

El Señor le enviará a Santa Teresita para fortalecerle y devolverle la alegría, sumergida en el dolor, las lágrimas y el sufrimiento durante los años anteriores. Ella será la encargada de hacerle entrar en el designio del Padre para él y de ayudarle a entender y acoger su misteriosa voluntad. Yendo a su encuentro, le anuncia que su deseo de ofrecerse por entero al Amor Misericordioso del Corazón de Jesús, no se realizará en el sacerdocio, sino en una vida oculta, como «secretario de Jesús« y «apóstol escondido del Amor Misericordioso«. En una de sus visitas le dirá:

Teresita, al advertir lo que le espera a Van, quiere fortalecer su fe y hacerle entrar en el acto de amor supremo que es la ofrenda total de todo el ser. Ella le arrastra en el misterio de la alegría asociado al del sufrimiento. La verdadera alegría es la de seguir a Jesús, la de alcanzarle y unirse a Él.

Devolviéndole Teresita la libertad de expresarse con sinceridad y con sus palabras a su Padre del Cielo, le permite desarrollar su amor de niño hacia un Padre «que solamente sabe amar, y que únicamente desea ser correspondido, también con amor» (Aut. 599).

También Jesús le consuela, corrige, cura sus heridas
y lo llama a ofrecerse con Él

Después será el propio Jesús quien le consuele como un padre, lo riña, y cure sus grandes heridas de amor. Cuando Van es más fuerte, la ternura se hace menos sensible y Jesús le exhorta a darse, y le hace entrar más profundamente en el misterio del don, del don total de sí mismo, que culminará en un holocausto de amor, es decir en una ofrenda total donde todo, absolutamente todo, es ofrecido a Dios.

La misión que recibe de Jesús hace de él un apóstol que goza de la plenitud del único sacerdocio de Cristo. Al ser «uno con Jesús» se encuentra situado en la fuente del amor, y libre de utilizar como él disponga del gran manantial de la Misericordia divina, confiado a él. Está realmente escondido en el secreto del Amor de Jesús, es decir, en su mismo Sagrado Corazón. De la misma manera que el agua y la sangre que manan del costado herido de Jesús, son sacramento dado a los creyentes para la remisión de sus pecados y para su santificación, Van, como Santa Teresita, llegaron a ser, por su oración y su sacrificio, instrumentos del Amor Misericordioso de Dios, es decir, signos del Amor de Dios para con su pueblo. Este es el sentido de aquella exclamación tan bien conocida de Santa Teresita: «En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el Amor». De este mismo modo, el hermano Van puede decir: «el Amor me conoce», y porque el Amor le conoce, Van puede llevar todo con Jesús, y transformar todo el mal en bien, el sufrimiento en felicidad, la tristeza en gozo.

Para profundizar:

El alma sacerdotal, Padre Jean-Cristophe Thibaut, Amis de Van Éditions.

El misterio del sufrimiento en Van, Padre Olivier de Roulhac, O.S.B., Amis de Van Éditions.