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Secretario del Amor Misericordioso
Al inicio de sus encuentros con sus interlocutores divinos, Teresita del Niño Jesús, que es la primera en visitarle, le revela a su hermanito Van una misión que Jesús le ha pedido que le comunique y que él tendrá que cumplir: ser su secretario, el secretario de su Amor Misericordioso. En este primer diálogo con él Teresita le dice:
«Jesús quiere que las lecciones de Amor que me ha enseñado en lo secreto de mi alma se perpetúen en este mundo. Por eso se ha dignado escogerte como pequeño secretario para ejecutar el trabajo que desea confiarte. Pero antes de escogerte, ha querido este encuentro para hacerte conocer por mí tu hermosa misión» (Aut. 590).
Algún tiempo después, en octubre de 1945, coincidiendo con el inicio de su noviciado, Jesús le pide a Van que empiece a escribir:
«Si quieres glorificarme sigue escribiendo… Solamente tendrás que escribir lo que te acuerdes» (Col. 5).
«Quiero que escribas no solo mis palabras sino también las tuyas. Porque son muy numerosos los que únicamente saben escuchar lo que digo, sin atreverse a hablar sencillamente conmigo, como hacen los niños, con el pretexto que no conviene… Diles que escucho con mucho gusto sus conversaciones ordinarias, incluso las más sencillas, que me encanta oírlas. Es eso, únicamente, lo que espero de las almas que me aman» (Col. 6).
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Dificultades en su misión
No va a ser una misión fácil para él, que como hermano coadjutor tiene poco tiempo libre. Tendrá que escribir durante el tiempo de la siesta. Por otra parte, el hermano que distribuye el material de estudio se extraña de que Van necesite tantos cuadernos, cuando el no forma parte del grupo de hermanos que están estudiando.
Para que pueda realizar este trabajo sin ser descubierto Jesús desea que Van no comparta cuarto con ningún compañero. Será su maestro de novicios, el P. Boucher, quien le asegure a Van la intimidad que necesita para escribrir. Van hace lo mejor que puede lo que Jesús le pide.
Jesús, viendo el esfuerzo que este trabajo supone para Van, lo anima a menudo diciéndole:
«Continúa escribiendo hoy mis palabras de Amor» (Col. 60).
«Tu papel es escribir» (Col. 265).
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Y cuando Van se queja a Jesús de que no entiende las cosas que le va pidiendo que escriba, Jesús le pide que se limita a escribir, aunque no lo entienda; su maestro de novicios, a quien Van llama «Jesús barbudo», lo entenderá:
«Quiero que tu papel se limite escribir, nada más, y no a entender; ya que, si entendieses todo, me sería imposible reprimir los sentimientos de orgullo que se levantarían en tu corazón» (Col. 428).
«No necesitas entender, es suficiente con que Jesús barbudo lo haga» (Col. 631).
A veces Van no sabe qué escribir, otras veces las palabras nacen solas (Col. 722). Pero algunas veces Van duda de la autenticidad de las palabras que ha escrito: de quién son, ¿suyas, o de Jesús? Y como cada día le iba entregando al P. Boucher las hojitas que iba escribiendo, le pide permiso a él para que le deje volver a leer lo que ha escrito y pueda salir de su duda. En una ocasión le dice al P. Boucher:
«Tras releer lo que había escrito, recobre la paz. Estaba convencido de que yo no había podido inventar palabras tan llenas de sentido. Sabe muy bien, Padre, que en los momentos en los que no me habla Jesús me resulta imposible escribir una sola frase con algo de elegancia. Aún más, ni siquiera puedo contarle las cosas que me pasan cada día. Por eso, tengo la certeza de no haber podido escribir yo solo palabras como las que Jesús me ha dictado» (Col. 763).
Aquí tenemos a Van, Secretario del Amor de Jesús.
Es Jesús, y por tanto su Amor, el que nos habla a través de su pequeño Van.
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Para profundizar:
Las misiones de Van, Padre Olivier de Roulhac, O.S.B, Amis de Van Éditions.