Mes de María, oración final de Van

Oración que Van dirige a la Virgen
antes de entrar en los Redentoristas,
confiándole su corazón

Antes de entrar en los redentoristas y comenzar su vida de consagración a Dios como religioso, acude a una iglesia y dirige la siguiente oración a la Virgen para entregarle su corazón, descargar todas sus tristezas en su Corazón maternal y ponerse bajo su protección, en la confianza de que su mirada maternal le conducirá siempre a la victoria:

“¡Oh, Madre querida! He conseguido atravesar una batalla terrible. He dado un primer paso difícil en el camino al que Jesús me llama. Pero ¡oh Madre!, esta noche he sentido lo débil y lo al límite de sus fuerzas en que se encuentra mi alma. Frente al largo camino que me queda por recorrer, me encuentro sumamente triste de no sentir más que temor y disgusto. Desconozco si tendré la valentía de continuar hasta el final, o si conseguiré tener al menos alguna victoria… ¡Oh Madre! ¡Cómo sufro en mi corazón!

Sin embargo, oh Madre querida, me abandono completamente a ti. Contigo me atrevo a afirmar que iré hasta el final y que estoy completamente decidido a triunfar…

Hoy, bajo los tristes rayos del crepúsculo y con los ojos llenos de lágrimas, no sé qué palabras usar para agradecerte toda la solicitud que has tenido conmigo al cuidarme. Pequeñísimo y enclenque como soy, no tengo para ofrecerte más que mis heridas y mis lágrimas en testimonio de amor y de gratitud por toda la protección que me has otorgado en este temible combate.

¡Oh María, Madre mía!, recibe mi corazón. Te suplico que de ahora en adelante no te apartes nunca de mí, pues en tu mirada se encuentra la fuerza que me conducirá a la victoria. Tú eres, ¡oh Madre!, el baluarte de mi refugio, el remedio a mis heridas y la enfermera cuyas manos están siempre listas para curar las llagas de mi corazón y enjugar mis lágrimas.

¡Oh María!, lo único que puedo hacer es mantener siempre la mirada fija en ti, y confiarme a tu protección».

Marcelo Van,
Apóstol escondido del Amor Misericordioso
(Autobiografía, 703).

*

Oh Madre querida, me abandono completamente a ti.

Madre del total abandono, me entrego a ti sin reservas.

*